lunes, junio 28, 2004

Networking versus enchufe 

Pues sí, como lo del enchufe no va conmigo, estoy dándole al networking, o lo que es lo mismo, desarrollando mi red de contactos. Para ello, me he registrado en una famosa red de contactos que no voy a citar aquí porque no quiero dar pistas (ya me he hartado de que me saquen la sangre y luego no me den ni una cocacola para que no me desmaye).

Reconozco que este planteamiento es incompatible con el de la red en cuestión, donde primero tienes que dar para recibir, pero yo solo quiero un buen empleo y como dice Simón no quiero tener que preguntarme: ¿Quién se ha llevado mi queso?

Al grano, para quien no lo sepa, el networking relaciona personas entre las que media la confianza de sus conocidos comunes. Será el propio valor de la persona lo que decidirá el resultado final. Vamos, que es algo así como una recomendación, nada que ver con un enchufe. Aquí, si no vales, no hay nada que rascar (por mucho que tu padre juegue a la petanca con el seleccionador).

El caso es que en esta red en cuestión, para ampliar tu círculo tienes que invitar a otros. Como supondréis, mi red está seca, sequísima.
Remedio: enviar invitaciones como una loca, pero es que tampoco quiero convertirme en un cachorro de spammer.
Solución: lo publico aquí y todos aquellos que me conozcáis daos por invitados. Solo tenéis que decirmelo.
Mi correo: si de verdad me conoces, ya lo tienes ;)
Si no, arriba, zona superior izquierda donde pone Contáctanos.

Por cierto, nada que ver con Orkut (afortunadamente).

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domingo, junio 20, 2004

El poder de la televisión 

Nunca dejará de sorprenderme el poder de mediático de la tele. El sábado presencié un "momentazo" de esos que te hacen pensar.

Denia, Restaurante Mena, 16:00. Después de una hora y media de espera (el sitio lo merece) conseguimos mesa para comer. Nos sentamos y casi por la puerta de atrás aparece Arturo Valls. Al mismo momento que yo se lo advierto a mis amigas, medio restaurante hace lo propio con sus respectivas compañías. Solicitan mesa y, mira tu por donde, les dan la de al lado nuestro. Llegar y besar el santo (doy fe de que hubo gente que empezó a comer a las 5 de la tarde).

Da la casualidad, de que últimamente nos encontramos a Arturito hasta en la sopa y que una de mis amigas le odia porque el chico está encantado de conocerse. Queramos o no, todos extraemos una opinión nada más ver a alguien y más si es popular. A mi Arturito me gustaba, me parecía que lo hacía bien en el CQC, pero con el tiempo dejó de hacerme gracia, hasta que hizo de prota en Cañas y Barra, el corto de un amigo. A partir de ese momento, me empecé a cruzar con él por toda la Valencia nocturna. Y él siempre con ese toque de John Wayne: "Sí nena, soy el de la tele. Ya puedes desmayarte".

Ayer no fue diferente. Aún no se habían sentado y ya se estaban haciendo fotos con él. Arturito se iba inflando (por un momento creí que no tendría sitio para la caldereta que se arrearon entre pecho y espalda). El gran momentazo se aproximaba, la camarera que debía tener la edad de mi abuela, cada vez tonteaba más con él: que si te doy un golpecito en la espalda, que si suelto una gracia, que si nos hacemos una foto... De repente, ahí estaba, delante de de los morritos de Arturito: "el libro de firmas". Joder, qué envidia Arturito, yo que aún arrastro la frustración de no haber tenido uno en mi comunión, y a ti te piden las ancianas que les dediques unas letritas. Si no vi mal, hasta le dibujó un pececillo, qué original, qué detallazo.

Y así me quedé yo, toda la tarde pensando, ¿y quién es este tío? ¿Un presentador? ¿Y qué tiene mejor que otros clientes? Si se hubiera tratado de Saramago, ¿la camarera anciana le habría reconocido?, ¿Y el dueño del Zara, que nadie sabe qué cara tiene? Pero es Arturito, y sale por la tele. Claro, y luego todos odian la telebasura porque ellos llegan a casa después de trabajar y venga leer a Kafka.

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martes, junio 08, 2004

Exhibicionistas o que tristres son las parafilias 

Hablamos de exhibicionistas puros y duros (bueno duros no suelen estar), no de esa parejita que le da un aprentón y se enrolla donde le pilla.

Hablamos de esos señores que tienen la vital necesidad de satisfacer su sexualidad enseñando a las féminas desconocidas lo desconsiderada que ha sido la naturaleza para con su anatomía más íntima. Porque tres que me he encontrado, tres clones de Boris Izaguirre.

Ya hace años, muchos, me encontré al Manolín (uno de mi pueblo) en dos ocasiones. La primera era una noche de verano y mi amiga y yo, nos despedíamos en mi portal antes de subir a casa. Hasta que Manolín hizo acto de presencia absolutamente desnudo y con un calzoncillo o pantalón corto en la cabeza, asomando los ojos por uno de los camales. Daba risa solo de ver la pinta, pero mi amiga se asustó y subimos a mi casa. Al día siguiente, fuimos a denunciarlo a la poli y aún habiéndonos acompañado mi padre, había que ver el pitorreo de los policías con preguntas del tipo: "¿y cómo lo vas a reconocer? ¿algo especial?" (risitas de fondo). Me sentí indignada por la poca colaboración.

La segunda vez que vi al Manolín, yo iba sola y él me acompañaba conduciendo su coche con las luces interiores encendidas para que yo no perdiera detalle de como masturbaba su minúscula cosita. En esa ocasión, por la experiencia, pasé de denunciar porque como estaba dentro del coche y no en la vía pública... Porque de estar en la vía pública solo habría sido escándalo público.

Y hoy. Eran las 19:10, volvía de trabajar y terminaba de aparcar casi en la puerta de casa. Bajo del coche y abro el maletero para cojer unos cd's que debían andar derretidos. A medida que abría el maletero noto que un coche se para a mi lado y pienso que debe creer que estoy cargando el coche para irme y por eso espera. Cojo lo que necesito y cierro el maletero. En ese momento pienso en mirar al tipo sin que se dé cuenta através de mis supergafas de pantalla para ver qué le pasa, pero él me lo pone más fácil y mueve el coche para interponerse en mi camino, consiguiendo así que tenga que mirarle por obligación. En ese momento me doy cuenta de que se está masturbando, doy la vuelta y bordeo el coche. Pero no sin antes quedarme con la matrícula.

Casualmente, vivo junto a un enorme parque con zona peatonal que está lleno de niños a estas horas y casi vomito de pensar que igual un niño se asusta viendo el espectáculo, porque el tipo no tiene bastante con una peli porno como todo hijo de vecino. Y eso si no tenemos en cuenta que yo no tengo porqué verle en tales circunstancias. Que sí, que todos somos muy modernos, que todo vale, que queda muy bien parecer (que no es lo mismo que ser) tolerantes, que sí, que todos muy de izquierdas y lo que haga falta. Pero, ¿qué demonios pasa conmigo? ¿qué pasa con mi libertad? El tipejo me está obligando a ver algo que NO me apetece ver. ¿Y tengo que ser tolerante? ¿y tengo que considerarlo normal? Pues no. No me da la gana. No creo que alguien que necesita mostrar públicamente como se masturba sea una persona con una sexualidad sana, lo cual comprende una mente sana.

Afortunamente, mientras me acercaba al portal, he visto como se detenía al final de la calle, lo cual me indica que el tio no es del barrio, porque alli es donde se colocan todo el santo día un grupito de chandaleros con muy malas pulgas, que estoy segura que son mucho más fachas que yo con éstas cosas. Con un poco de suerte, el amante de hacer lo privado, público, reconsidera su afición.

Y si no vale con todo eso: Ford Escort blanco V-0145-ED
Si lo veis le dais recuerdos.

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